Un día Karina Novelino, bailarina y docente de danza, sintió que perdía. Tuvo un accidente que la llevó a suspender todas sus clases de danza y los ensayos de la obra Mamita! a poco tiempo de estrenar. Al principio pensó que iba a perder para siempre, que nunca iba a poder volver a bailar. Pero gracias a la buena voluntad de compañeros, colegas y gente relacionada al mundo de la danza, pudo salir adelante, pagar su rehabilitación y transformar su dolor en fortaleza. Alexis García Sánchez (Alesso) fue uno de los artistas que se involucró para colaborar con su causa, a través del mágico y generoso lente de su cámara.
¿Qué despertó tu interés por la fotografía de danza?
Simplemente un día iba caminando por la calle con mi vieja, vi una cámara de fotos y dije “me gustaría sacar fotos”. Eso fue a mis 21 años, lo empecé como un hobbie, todo muy autodidacta, hasta que después de hacer un curso decidí empezar la carrera. Y la danza vino a través de algo particular, conocí a la prima de una amiga en un cumpleaños y me dijo “mi prima baila, si querés un día sacale fotos”, y yo no sabía lo que era un relevé, un passé, pero estuvo bueno. En 2014 conozco a la directora de la escuela Recreo, Florencia Otero, que me invitó a hacer fotos en una muestra de danza; el trabajo salió bueno y me di cuenta que no había mucho de foto de danza en Argentina, así que me puse a indagar; primero empecé con la danza clásica como para aprender, fui preguntando a alumnos del Teatro Colón que se coparan y así arranqué; después me fui metiendo en otro tipo de estilos como contemporáneo, jazz, fusión, street. Ahora ya estoy metido, ya me conoce la gente del ambiente de danza, hago porfolios a pedido, ya tengo más claras las figuras, puedo pedir que hagan tal o cual salto.
Yendo a la historia de Karina ¿qué fue lo que le pasó y cómo te enteraste?
El ambiente de danza es muy chico, se conocen entre todos; yo solo la había visto en una obra una vez, y me enteré que tuvo un accidente por las redes sociales. Fue en un ensayo de Mamita!, una obra que aún no se había estrenado; se fracturó el maxilar y eso enseguida le imposibilitó trabajar. Ella tenía que seguir, cubrir sus gastos de alguna manera, no es tan fácil vivir de ser bailarín. Tenía que operarse y rehabilitarse cuanto antes. La obra social le cubría un poco de la operación pero lo que era carísimo era la rehabilitación, eso tenía un costo que ella no podía cubrir por sí sola; entonces se organizó una jornada de clases, un seminario llamado “Amor para Kari”, dado por profesores conocidos de danza para recaudar fondos y que pueda rehabilitarse.
¿Y cómo te involucraste vos?
Fue muy raro porque se dio todo a la vez; cuando yo me entero del accidente de Kari, le propuse a Alejandro Carmona, un fotógrafo de danza colega mío, ayudarla de alguna manera, y se me ocurrió hacer un foto exprés de un día: ofrecer sesiones de fotos de quince minutos a bailarines, y que cada uno ponga lo que le parezca para recaudar plata. Enseguida Ale me cuenta que le había escrito a Analía González, la organizadora del seminario de danza, para ofrecer fotos “a la gorra” y así aportar lo recaudado a la causa. Así que nos sincronizamos; fuimos los dos al seminario y nos íbamos tomando un rato cada uno para hacerles fotos a los bailarines que quisieran. Entre clase y clase venían, se sacaban unas fotos y aportaban lo que les parecía, a conciencia, sabiendo que estaban ayudando a una persona. Empezamos a las diez de la mañana y terminamos a las nueve de la noche. Fue muy gratificante, la gente se copó mucho. Fueron más de veinte personas las que se sacaron fotos.
¿Estaba Karina ese día?
No, ella no fue porque estaba pasando por un momento muy difícil, someterla a tantas emociones iba a ser contraproducente; prefirió quedarse y después se enteró de toda la movida, quedó muy agradecida. Por suerte gracias a esto pudo pagar todos los gastos posoperatorios, ahora ya está rehabilitada y está bien, en óptimas condiciones para rehacer su vida. Estuvo bueno porque todo el ambiente se solidarizó con ella. Todas sus amigas y compañeras la reemplazaron en sus clases, eso es muy valioso: todos se hicieron su espacio para cubrirla. De no haber sido por la generosidad de sus amigos, colegas y gente que no la conoce, ahora estaría en otra situación, no podría haber seguido con la profesión. Fueron como dos meses que estuvo en rehabilitación. La obra se estrenó el sábado 30 de junio, y entiendo que ella va a poder sumarse pronto.
¿Recordás si hubo algo particular que te conmovió para ayudarla?
Sí, una publicación de ella en las redes sociales, donde comentaba cómo estaba con todo esto, obviamente se sentía mal, triste, pero también decía que estaba tranquila consigo misma porque todo esto la iba a ayudar a conocerse más aún, que notaba un círculo de amor a su alrededor, y no iba a bajar los brazos a pesar del accidente. Ahí pensé “esta piba tiene ganas de seguir”. Básicamente hizo una pirueta y se cayó de boca. Esto habla también de lo poco resguardada que está la profesión, no hay una cobertura médica ni nada; el accidente deja al desnudo todas las falencias que hay en el mundo de la danza. Tu cuerpo es tu herramienta, tu escudo, todo, es con lo que vos ganás plata; no hay nadie que esté velando por vos en ese momento. Alguien tenía que estar por ella ahí.
¿y qué sentiste al haberla ayudado?
Yo sentí que era algo que debía hacer en realidad, pensé en todo lo que se me ha ayudado a mí cuando empecé con la danza. Siempre se han copado bailarines para hacer fotos, uno se acuerda de esas cosas, es complicado meterse en este ambiente laboral; y dije “en algún momento alguien me ayudó a mí a estar adonde estoy hoy, ahora me toca ayudar a mí, de la manera que pueda”. Haberme involucrado en este seminario me disparó nuevas ideas; voy a proponerle a una revista digital que justo me pidió que trabaje con ellos, hacerle porfolios ad honorem a bailarines que no pueden pagarlos y publicar sus fotos. Yo muchas veces hago fotos gratis porque me importa más llenarme emocionalmente que económicamente. Me ha pasado con gente que me dijo “no tengo cómo pagarte el porfolio ahora” y yo les dije “no pasa nada, la hacemos y después vemos”; y he tenido gratificaciones al año tal vez. De alguna manera nada se pierde, todo se transforma.
¿Algo de esta fuerza de lo colectivo te sorprende? del hecho de que mucha gente unida por una causa logre ayudar a alguien.
Sí, hoy le tocó a Kari una desgracia, y eso movilizó a mucha gente. Pero lo que me hizo pensar es que por ahí no hace falta una desgracia para que nos movilicemos ¿no? por ahí no tiene que ser solo una catástrofe lo que desencadene el hecho de ayudar. Podría decirte que siento culpa en ese sentido, como una mirada más introspectiva que me hace pensar: “tuve que esperar hasta esto para poder ayudar”.