Cinthia Álvarez

“Leer ayuda a crear mundos desde el lugar en que te toca estar.”

Cuando te sorprende una vocación es imposible hacer oídos sordos a ella. Y este fue el caso de Cinthia, que siempre amó la lectura y hoy descubrió cuánto disfruta de aportar su granito de arena leyéndole a niños internados. Dulce y risueña, parece una de esas hadas de cuento que aparece para alegrarles el día a los chicos. Conocela en esta nota.

¿Dónde nace tu vocación lectora?

Desde siempre estuve vinculada con la lectura. Soy Licenciada en comunicación social, así que siempre estuve rodeada de libros y apuntes. Además creo que la lectura es un hábito que se puede formar, y no algo determinado por venir de una familia lectora o no lectora. Eso es algo que me gusta mucho y que creo que de alguna manera tiende puentes. Muchas de las cosas que uno se imagina vienen de la lectura, y la imaginación vinculada con los chicos me parece una cosa maravillosa. Creo que leer ayuda a crear mundos desde el lugar en que te toca estar, el hospital en este caso.

¿Y cómo llegaste a ser voluntaria en el Hospital de Niños?

Hace casi un año me contacté con una asociación civil sin fines de lucro que se llama Dale Vida, donde promueven la donación de sangre, entre otros proyectos. Y entre ellos está “Leyendo Juntos”, un programa que tiene base en el Hospital de Niños Dr. Ricardo Gutiérrez donde la idea es hacer un pequeño paréntesis en el tiempo en que están internados los chicos. Una amiga me dijo conocía de este proyecto del hospital y le pareció que me podía interesar. Mandé un mail pero tardaron en responderme porque estaban reformulando algunas cuestiones del proyecto, y más o menos desde marzo comencé a ir todos los lunes a la tarde. La idea es comprometerse asistiendo al menos una vez por semana durante dos horas. Muchas veces pasa que algunos voluntarios van tres veces por semana al principio pero después abandonan, y la idea es poder mantenerlo porque los chicos te están esperando. La idea es que uno como voluntario pueda trasladarse y acercarse a ellos, acercarlos a la lectura y regalarles un poco de magia a los chicos.

¿Cómo fue la primera visita?

La primera vez te acompañan las voluntarias que están ahí hace más tiempo y le cuentan al paciente cómo es la dinámica y cuáles son las propuestas del día. Ya en la siguiente visita te largás sola. De todos modos, siempre consultás con las enfermeras de turno porque en algunas salas no se puede ingresar, o tal vez podés entrar con guantes o barbijo. Y la verdad es que una vez que entrás, ya está. Son dos segundos en los que pasás la puerta y listo, te presentás. Me generaba mucha ansiedad saber cómo iban a recibirme los chicos, pero fluyó. Un factor que creo que también influyó un poco es que la tesis de mi carrera la hice en un hospital neuropsiquiátrico, entonces el entorno de hospital no era algo que me afectara. De todas maneras, una vez que estás ahí leyendo el espacio no se convierte en algo tan determinante, no estás pensando en dónde estás, el hospital es solo el marco de la situación y ellos siguen siendo chicos.

¿Qué se siente estar leyéndole a un niño que no conocés y además está internado?

Me pasa que recién ahora tengo una sobrina chiquita, entonces no cuento un entrenamiento en leerle a sobrinos y demás. Pero cuando llegás ahí es mágico, realmente es así. Porque con los chicos te das cuenta enseguida si hay buena onda o no. Entonces es algo se va dando, sacás el libro, le preguntás si quieren que les leas y ellos siempre te van a responder sinceramente. A veces te dicen “ya me aburrí” o “a mí ya me leíste” o te piden que les leas justamente para dormir porque vienen cansados de estar con los médicos. Los chicos te expresan sin filtro, te dicen todo. El otro día una nena me estaba enseñando a dibujar unos Mandalas y en un momento le pregunté “cómo sigo”, a lo que me respondió “no lo pienses tanto”. Y la verdad es que te vas pensando en esa frase y son cosas que te quedan para la vida.

¿Creés que esta actividad cambió algo en vos?

Y, la verdad es que me dejo de hacer problema por cosas mínimas. Creo que los chicos son grandes maestros. Incluso durante la lectura me ha pasado de sentir algo que luego quizá me sirvió para resolver algún tema mí. Siento que todo lo que recibo de ellos me enriquece, y no lo digo como una frase políticamente correcta, es algo que te transforma literalmente. Valorás más ciertas cosas como la idea de momento, el poder enfocarte en el momento en el que estás, como también entender que uno siempre puede aportarle algo a otro. Uno no es médico ni va a salvar ninguna vida, pero vas vas a hacer todo para mejorar lo mayor posible su tiempo en el hospital.