Con Claudio nos encontramos en un café y, casi con urgencia, lo primero que nos contó fue que él había sido convocado para esta acción por iniciativa de Gustavo Calviño, uno de los organizadores de la liga de Star Wars que organiza visitas regulares al Garrahan con fines solidarios. Esta acción se lleva a cabo hace varios años y se trata de un grupo de fanáticos que –avalados oficialmente por Lucas Films- visitan el hospital con disfraces originales de la saga. Hoy Claudio es parte de esta iniciativa y está feliz de poder hacerlo junto a Mónica, su esposa. Ambos disfrutan de poder aportar su humilde granito de arena, su compañía y entrega a cada uno de los chicos que se juntan a dibujar en las mesas de la sala de espera del Garrahan y la Casa Cuna. Aquí la nota.
¿Cómo comenzó esta iniciativa?
Yo conocía a los chicos tanto de la Rebel Legion como de la 501 –los “buenos” y “malos” de Star Wars que tienen sus propios protocolos según la historia de las películas-, pero todavía no habíamos hecho nada juntos. Hasta que un día, hace cuatro años aproximadamente, Gustavo Calviño (quien representa a Darth Vader en este equipo) se acercó a mí en una feria – del tipo Comic Con- y me preguntó si quería participar en esta acción solidaria. Ahí estábamos con mi señora y la verdad es que se nos llenaron los ojos de lágrimas porque sabíamos a qué íbamos, y que nos vinieran a convocar fue muy emocionante. Porque si bien yo soy dibujante y profesor, la verdad es que es más una excusa, porque la idea era que fuéramos al Hospital Garrahan y estuviéramos dibujando con los chicos, no a modo de clase de dibujo, sino de compartir el momento de espera con ellos, que se expresen y entretengan.
¿Y cómo fue la presentación la primera vez que llegaron al Hospital?
La realidad es que ni necesitamos presentación. Es muy loco, pero siempre sucede lo mismo, solo se trata poner una mesa con un par de hojas y crayones y ya tenés a todos los chicos sentados alrededor. Obviamente está el que se queda paradito al costado y te mira hasta que lo invitás, y también el que directamente se sentó a dibujar. Siempre llevamos pilas de fotocopias con distintos dibujos – bastantes de Star Wars porque luego vienen los personajes disfrazados y, además de sacarse un montón de fotos, quieren dibujarlos. Hay un espectro muy amplio de edades y cada uno tiene enfermedades o circunstancias muy diferentes por las que están ahí. Pero todos de alguna manera disfrutan del momento. La idea es entretenerlos durante el rato que estamos ahí, que en general depende de la disponibilidad del hospital. A veces son dos horas y a veces es la mañana completa.
¿Cómo es ser profesor de dibujo y compartir esto con los chicos?
Mirá, en la escuela de Garaycochea había un curso específico que era de dibujo infantil, y ahí yo aprendí que cuando el pibe es chiquito se tiene que entretener y expresar, vos le tenés que dar pautas en tanto y en cuanto él las pida. Y si no, es todo a modo de juego. Acá la idea es fundamentalmente entretenerse con los chicos, sobre todo en ese momento en que están por ir al médico o vienen de una consulta, la intención es que se divierta, no enseñarle dibujo.
¿Qué se siente estar junto a tu mujer en esta iniciativa?
La verdad es que en todos mis proyectos ella me apoya muchísimo. Si le digo “vamos a la Luna”, ella se pone el casco. Además le encantan los chicos. Ella se encarga de sacar las fotocopias, de ir a comprar los crayones. Es muy lindo poder compartir esto. A veces, incluso salimos más contentos que los chicos.
¿Qué vínculo se genera con los padres y los chicos?
La verdad es que los pibes son adorables y realmente muy respetuosos y agradecidos. Es impresionante la manera en que los padres te agradecen haber estado ahí. Nosotros nos vamos con sentimientos encontrados, porque por un lado te vas muy energizado y contento por haber estado ahí y haberles cambiado ese rato a los chicos, pero por el otro lado también es muy fuerte ver los casos graves por los que pasan esas familiar. Hay algunos padres que vienen y te cuentan qué le pasa a su hijo a modo de desahogo, y eso no te lleva más que a preguntarte por qué se merecen esto esos niños. Incluso, cuando los llaman para su turno, lo primero que te preguntan es si se pueden llevar el dibujo y alguna fotocopia más para sus hermanitos. Es muy fuerte la experiencia, y la verdad es que lo que hacemos con Mónica es una acción súper chiquita, pero es muy gratificante poder acompañar a los chicos en ese momento.