Franco Moltedo ama la música, es su pasión y es lo que estudia en la UNA. Pero además es una de las razones por las que todos los sábados va a la Villa 1 11 14 a dar clases de guitarra a unos cuantos alumnos. Tiene todavía muchas cosas por vivir y aprender, pero sin dudas esta actividad es una de esas que lo van a marcar para siempre, y le van a dejar una gran enseñanza: el poder del lenguaje musical como arma universal que inspira y une personas y mundos diferentes. Franco se sentó en un bar con nosotros, medio sorprendido de ser convocado para dar una entrevista. Y con su frescura y la paz que transmite cuando habla, nos contó un poco sobre su experiencia.
¿Cuándo te diste cuenta que te gustaba la música?
Cuando descubrí el rock, escuchando canciones de ACDC y esas cosas. Cuando era chico la única música que escuchaba era la que había en la tele y la que ponía mamá cuando me iba a buscar al colegio. Entonces para mí ahí la música era una cagada. No conocía otra. Y bueno, con el tiempo fui conociendo otras cosas. Ahora tenés YouTube y al poder escuchar lo que se me cantaba podía investigar de cualquier cosa, empecé escuchando ACDC y terminé escuchando cosas muy raras.
En el colegio arrancaste a hacer misiones o trabajos voluntarios ¿no?
Sí, es otra cosa, es ayudar pero desde el lado de la iglesia, igual bueno, en la escuela de la villa trabajamos en un lugar que es de la iglesia, la Iglesia de las Madres del Pueblo, esa que fue Tevez y Beckham, nosotros lo podemos hacer porque la iglesia nos da el lugar. No entramos solos a la villa, entramos también con gente que nos hace entrar, chicos recuperados del paco, que tienen música, taekwondo, y fútbol. En el colegio la idea era más compartir la religión con la gente de allá, pero después del mediodía hacíamos juegos y meriendas con los chicos del pueblo.
¿Y eso te disparó a hacer cosas voluntarias o qué fue?
Y eso tiene algo que ver, yo fui en realidad porque me daba curiosidad, como el colegio tiene una orientación católica tenía una cierta curiosidad, yo no me la creía esa de dios existe, me lo cuestionaba y quería saber más los fundamentos de la religión, y me pareció que era una buena actividad para saber más de la religión y ayudar, pero bueno, era chico. Y después, un amigo del colegio que había empezado a misionar con la Parroquia San Martín de Porres, me contaba lo que hacía y una de las actividades es dar de comer a la gente en situación de calle en la Plaza de Barrancas los martes a la noche. Y me enganché en eso, lo hice durante un año. Yo iba a repartir la comida y a ayudar a servir; es muy diferente a la misión que había hecho en los pueblos, porque no es lo mismo la gente pobre en el campo que en la ciudad. Yo creo que en el campo tal vez hay gente que ni conoce lo que puede llegar a tener, pero acá me parece que es más duro, porque todo el tiempo estás expuesto a que vos no tenés nada y hay gente que tiene un montón de cosas. No sé explicarlo, no sé si es porque la gente está más loca o el ritmo de la ciudad.
Creo que debe ser más fuerte el contraste con el consumo excesivo, lo ves todo el tiempo.
Sí, y tal vez la gente de campo no ve tanta tele, y acá la tele medio que educa, no sé, influye en lo que sos vos, si ves mucha tele, qué se yo, programas como los de Tinelli, te muestran valores con los que yo no estoy de acuerdo, pero se los meten a la gente, y empiezan a vivir con esos valores, de show, empiezan a pensar que la realidad es así; hay gente que no tiene educación y tal vez ve eso y piensa que es así, que las cosas son fáciles.
Y cuando ibas a la plaza, ¿te ponías a charlar con la gente?
Sí, yo creo que eso era lo mejor, porque además la gente era re agradecida y la pasás bárbaro porque hay gente que se abre a contarte de qué vive, dónde vive, y está bueno tener una charla con alguien que tiene una vida muy diferente a la tuya, conocés otra cosa. Yo que estudio música, había un tipo de la calle que le encantaba el heavy metal, y lo único de lo que quería hablar era del heavy metal, era un cago de risa, y ahí te das cuenta que la música no tiene nada que ver con de dónde vengas. Es como una cosa en común más allá de la educación que tengas.
¿Cómo fue que arrancaste a dar clases de música en la Villa 1 11 14?
Es una actividad que te ofrece la UCA y yo estudié un año composición musical ahí, y tengo un amigo que su hermano iba a la villa a dar clases, y bueno, un compañero mío también empezó a ir, le pregunte qué onda y me copó la idea, porque me sumaba desde muchos aspectos cosas buenas; por ejemplo, me da la posibilidad de poder enseñar a mucha gente y tener experiencia, porque aparte en la villa a veces falta un profesor y tenes que arreglártelas para dar la clase a toda la gente, como cualquier escuela. Y yo esa experiencia no la tenía, yo hasta la villa solo tenía unos alumnos particulares nomás. En la villa aprendí bastante sobre cómo enseñar, y también aprendés de los profesores que ya están hace muchos años.
¿Qué te acordás del día que fuiste a dar clases por primera vez?
Tenía un poco de cagazo, no sé, lo de entrar a la villa no me daba cagazo porque yo sabía que nunca había pasado nada, queda en Bajo Flores, frente a la cancha de San Lorenzo. Pero tenía un poco de cagazo por a quién le tenía que dar clases, yo no había dado muchas clases en mi vida; y ahí me presentaron a un profesor y me dijo “enseñales lo básico a estos dos chicos sobre guitarra”, y bueno, salió bien.
¿Qué sensación te llevás después de dar clases ahí?
Y como de misión cumplida, mucha felicidad porque cumpliste con lo que fuiste a hacer. Esos dos alumnos los sigo teniendo, hay uno que falta un poco porque se enferma mucho por el frío y qué se yo; pero después hubo clases que faltó otro profe y les di clases yo a sus alumnos, y está bueno porque todos tienen muchas ganas de aprender, lo aprecian mucho. Te vas dando cuenta qué cosas les gusta aprender, qué no, con qué cosas no quieren saber nada. Ahí cuesta, pero tenés que seguir insistiendo.
¿Qué ves que les genera a ellos aprender a tocar un instrumento?
No sé, me acuerdo de un alumno que cuando le enseñé un acorde que dijo, “uy, ¡qué bien que suena!”, para él era lo máximo poder tocar un acorde. Y es así, a muchos les encanta, no sé, a cualquier persona que empieza a estudiar música; no se puede explicar que la música esa que tanto te gustaba la puedas hacer vos.
¿Y muestran lo que hacen de vez en cuando?
Sí, organizan muchas cosas para que los chicos muestren lo que hacen. Hace poco tocamos en las fiestas patronales de la Iglesia Madres del Pueblo. El sábado hicimos un ensayo general y el domingo tocamos después de la misa, una orquesta con diferentes instrumentos. Hay cada vez más profesores y más alumnos e instrumentos, las muestras ayudan a eso.
Debe ser el mejor momento verlos tocar en vivo para vos, ¿no?
Sí, cuando las cosas salen bien es el mejor momento. Cuando sale más o menos decís, tendríamos que haber practicado más. Pero a ellos les encanta. Por ejemplo tocamos en un festival de orquestas juveniles, y fuimos en micro tipo escolar y estaban súper copados porque estaban tocando con otras orquestas, todas juntas tocamos los mismos temas, nosotros éramos los únicos que veníamos de una villa. Fue en el Luna Park, era muy bueno para los pibes. Un pibe que toca contrabajo en la villa tenía que tocar con otros cuatro pibes que tocan contrabajo, que tal vez son pibes que tuvieron la plata para comprarse su instrumento y tocar en su casa, o que tienen más experiencia, entonces podían compartir cosas, información. Eso fue en el marco de un festival, el día anterior tocamos en Facultad de Derecho (UBA), ahí tocamos solos unos tangos. Es un gran laburo tocar con otras orquestas, porque tenés que buscar temas que puedan tocar, porque no tenemos tantos instrumentos, o no tenemos todos los profesores de todos los instrumentos que podríamos dar; ahora hay guitarra, contrabajo, violín, viola, piano, trompeta, flauta traversa y coro.
¿Y a vos qué te genera dar estas clases más allá de tu amor por la música?
Lo que más me gusta es que, qué se yo, yo tuve la posibilidad de que mis papás me pagaran clases de guitarra y de aprender el instrumento que quería, pero estos pibes no tuvieron la plata para pagar clases de guitarra; entonces para mí es eso, es darles la posibilidad de aprender cualquier instrumento como yo también pude aprender. Con un profe que está ahí, que está atento a vos, ahí viendo cada nota que tocás.