José Manuel Moltedo es cardiólogo y eléctrofisiólogo infantil. Su profesión lo condujo a conocer a Pablo Glöggler, director ejecutivo de la Fundación Espartanos, la organización que busca bajar la tasa de reincidencia delictiva en personas privadas de su libertad a través del rugby, la educación, el trabajo y la espiritualidad. José Manuel fue cardiólogo del hijo de Pablo y lo ayudó a salir de una situación de salud compleja, y eso los unió de algún modo. Glöggler siempre le contaba acerca de Los Espartanos, sobre el equipo de rugby y toda la gente que colaboraba; esto lo inspiró a involucrarse y contribuir de alguna forma a través de su propio conocimiento. Para eso organizó una jornada de capacitación en Resucitación Cardiopulmonar para los jugadores de la Unidad Penitenciaria 48 de San Martín junto al cardiólogo Mario Fitz Maurice, y consiguió que la asociación INADEA done un desfibrilador externo automático para todos ellos. Gracias a esta iniciativa, ya se salvó la vida de un Espartano que casi muere en un partido de rugby.
¿Cómo fue que te surgió la idea de ir a dar el curso de RCP a los Espartanos?
Pablo Glöggler, el padre de un paciente mío es ex jugador de rugby y director de la Fundación Espartanos. Él siempre me contaba sobre la labor que hacían, y yo había leído también acerca de cómo gracias a su accionar se había generado menor tasa de reincidencia de los presos al salir de la cárcel. Eso me resultó muy interesante, y me puse a pensar en cómo podría ayudar yo desde mi lugar; me pareció buena idea instruir a los reclusos en Resucitación Cardiopulmonar, y a él le gustó la propuesta. Como tengo un colega amigo electrofisiólogo de adultos, Mario Fitz Maurice, que tiene una asociación que se llama INADEA y ellos se dedican a entrenar y capacitar en esto, le conté la idea y coordinamos para dar la jornada de capacitación juntos.
¿Cuál era la cárcel?
Es donde nació el proyecto de Espartanos, la Unidad Penitenciaria 48, que queda en el partido de San Martín. Nos pusimos de acuerdo un día que pudiéramos ir los dos y el 27 de marzo a las 8:30 nos encontramos en la puerta del penal, Mario, Pablo y yo. Nunca había estado en una cárcel. No me imaginaba cómo era, uno no puede imaginarse lo que es estar en la cárcel. Es muy impactante, no es fácil estar ni siquiera la jornada que nosotros estuvimos.
¿Qué se siente?
Ganas de irte. Llegás, dejás el DNI, te requisan, pasás varias puertas y rejas y cuando entrás al penal, a la izquierda está la cancha de rugby, es una cancha sintética, la inauguraron hace unos años; tienen un quincho, un área semi cerrada donde hay aparatos para hacer gimnasia, y ahí decidimos hacer la presentación. Mientras armábamos todo empezaron a llegar los reclusos. La mayoría eran jóvenes, en general eran tipos de alrededor de treinta años. Fue bastante interesante porque eran 150 y se mostraban todos bastante entusiasmados, hacían muchas preguntas, algunos particularmente hacían muy buenas preguntas, estaban súper atentos, se reían, hacían chistes relacionados con el costo del desfibrilador externo automático que llevamos, con que se lo querían robar (risa). Conseguimos que INADEA done el aparato para la unidad, porque no tenían.
¿Qué permite ese aparato?
Si una persona está inconsciente, este aparato vos lo conectás al tórax, y enseguida detecta si hay una arritmia en el corazón, y si es tratable. Hay una arritmia específica, la fibrilación ventricular, que puede producir la muerte, entonces el desfibrilador cuando la detecta te indica que aprietes un botón y entrega energía que resetea el corazón, frena la arritmia, y reinstaura el ritmo normal.
O sea te salva la vida.
Si, si no tenés eso en determinado momento te morís. Es una arritmia muy rápida de los ventrículos, que son las cámaras que bombean la sangre del corazón; se contraen muy rápido e irregularmente y de manera inefectiva, entonces no llega sangre al corazón ni a la cabeza, y uno pierde el conocimiento y si no se interrumpe rápidamente, la persona se muere; por cada minuto que uno permanece en fibrilación ventricular disminuye un 10% la chance de sobrevivir, o sea que a los cinco minutos se disminuye un 50%, y a los diez minutos, si no te tratan con este aparato te morís.
¿Y sabés si ya tuvieron que usarlo?
Bueno lo más notable es que a los dos o tres meses de que dimos el curso y donamos el desfibrilador, nos llega un mensaje, un whatsapp que decía que uno de los muchachos jóvenes colapsó jugando al rugby, tenía una fibrilación ventricular, entonces buscaron el aparato, se lo pusieron, y lo salvaron. Usarlo es muy fácil. No hay errores, no hay posibilidad de hacer daño, el aparato hace todo. Si no lo hubieran tenido se moría. Así que nos re agradecieron.
¿Qué te generó a vos haberte involucrado en esto que mucho no tiene que ver con tu realidad diaria?
Me parece que está bueno que nos involucremos, y en esto específicamente, yo creo que es fundamental. Después nos sacamos fotos con todos ellos y los muñecos de RCP que llevamos para que hagan la práctica, en la cancha del penal, estamos ahí todos abrazados en las fotos. Fue muy interesante y movilizador. Ellos fueron todos muy cordiales. Y está estudiado que el nivel de reincidencia cuando ellos salen después de haber pasado por el programa de Los Esapartanos es mucho menor. La tasa creo que es del 70% en general, y en ellos es del cinco, tienen una tasa significativamente menor. A mí me parece que esta fue una buena movida, que se nos ocurrió una buena idea.
Tu profesión, tu vocación, tienen que ver con ayudar a la gente ¿está mucho en tu mente esto?
Sí, todo el tiempo, para los que somos médicos, si vos no tenés eso, si no podés pensar en el otro, no podés ser un buen médico.
¿Te dejó con ganas de hacer más cosas voluntarias esta experiencia?
Sí, en el club de mis hijos, el Hurling, por ejemplo, fuimos con Mario y dimos una charla de RCP para los jugadores. De a poco cuando puedo voy y doy estas charlas. Es la causa más frecuente de muerte, la muerte súbita cardíaca, y no se puede determinar, ocurre súbitamente en gente con buen estado de salud, no hay ningún signo; a este chico de la cárcel le pasó jugando al rugby, y si no hubieran tenido el DEA y la capacitación se moría. Es importante que cada vez haya más gente que sepa, porque he visto familias que tuvieron que atravesar algo así, y tal vez en el colegio donde pasó había cuatro personas capacitadas en RCP y en el momento ninguna intervino. Tenían conocimiento, pero nadie pudo hacer nada, porque hay gente que se paraliza; quién va a poder responder y quién no cuando a alguien le pasa algo así, es imposible saberlo, va más allá de dar una charla; pero si vos tenés cuatro capacitados y los cuatro se asustan, es diferente a tener 25 que sepan: si hay cuatro que no se animan, quedan 21 todavía.
Ahora en el penal lo saben 150.
Sí, ahora lo saben 150. Un poco lo dijo Mario, mi colega de la fundación en un tweet cuando fuimos a dar la capacitación al penal: “el derecho a la vida es para todo el mundo”. Acá lo más importante es difundir RCP, en donde sea.